RUMORES
LOS RUMORES M uchas veces cometemos el grave error de escuchar los rumores que otras personas generan sobre nosotros, tal vez se escuchan como quien espera palabras alentadoras, o peor aún: simplemente por curiosidad, para saber qué dicen sobre nosotros; sin embargo, debemos saber que la gente siempre va a conseguir motivos para hablar, ya sea para bien o para mal, pero seamos realistas, por lo general hablarán lo malo Entonces ¿qué hacer?, simple, los rumores hay que dejarlos correr, que sigan su cauce como agua que baja por las montañas cuando llueve y recorre las avenidas. Si somos observadores nos daremos cuenta que esta agua hace el bien, puesto que nutre las plantas y sirve de beberedo para algunos animalitos, pero si esta agua, que en efecto es muy beneficiosa, no sigue su cauce y permanece retenida y se empoza, comenzará a hacer una función que nos perjudicará como sociedad. Por consiguiente, así como el agua estancada no es útil, así son las palabras falsas que